Desde que era niña, Maddy Whittier (Amandla Stenberg) ha vivido en un ambiente hermético, aislada de los virus y bacterias del exterior debido a una inmunodeficiencia severa. Su madre Pauline (Anika Noni Rose), viuda como resultado de un accidente de automóvil, se ha dedicado en cuerpo y alma a proteger y blindar su casa de cualquier agente que pueda dañar a Maddy. La enfermera Carla (Ana de la Reguera) es la única persona que la chica conoce, además de su madre. Cuando Olly (Nick Robinson) y su hermana se presentan ante Pauline y Maddy como los vecinos recién llegados a la casa de al lado, las inquietudes de Maddy despiertan y, como acaba de cumplir 18 años, estará dispuesta a correr todos los riesgos con tal de tener un día de “felicidad”.
Los adolescentes sueñan, tienden a desafiar la autoridad y las reglas, desean comerse el mundo de un bocado y su percepción ante los riesgos es limitada. En este contexto la cinta dirigida por Stella Meghie es un producto que atrapará al público al que está dirigida porque tiene todas las características para la etapa que están viviendo, previa a la madurez. Aunque las imágenes de cama no son explícitas, es un riesgo que las cintas románticas para adolescentes presenten la actividad sexual como parte integral del enamoramiento, especialmente si se toma en cuenta que los embarazos y las enfermedades de transmisión sexual a esa edad son un problema social muy actual. La historia es fantasiosa y poco probable, de tal manera que conviene que los padres de familia aterricen las fantasías y excentricidades cinematográficas, mediante el diálogo y la discusión de casos reales y estadísticas de padecimientos genéticos que han dado pie a cintas como “Bubbleboy” del 2001 y de “Todo Todo” en particular.
Debido a situaciones sensuales, un encuentro sexual extramarital, breve violencia doméstica por alcoholismo y algo de lenguaje grosero está clasificada para mayores de 13 años.