Una abogada se percata de una ley fiscal discriminatoria debido al sexo de las personas y se propone iniciar un cambio.
En 1956, Ruth Bader Ginsburg (Felicity Jones) es una mujer de baja estatura, de raza judía, casada con Martin Ginsburg (Armie Hammer) ambos estudiantes de derecho en Harvard. Martín y Ruth se apoyan, se complementan y comparten las tareas domésticas y el cuidado de los niños. En el ámbito académico y laboral a Martín le apena el contexto adverso para el desarrollo profesional de su esposa. En esos tiempos los empleos en los bufetes de abogados se los dan a los varones. Ruth se dedica entonces a la academia y desde allí conoce el caso de Charles E. Moritz (Chris Mulkey), un hombre soltero al que no se le permite deducir en sus impuestos los costos del cuidado de su madre inválida, ya que las leyes fiscales sólo permiten esa deducción a mujeres viudas o divorciadas. En el caso de un varón, solo se admitía la deducibilidad si dicho gasto fuera para cuidar la salud de su esposa si ella tuviera alguna discapacidad. En esta situación la desigualdad legal afecta a un varón. Por otro lado, en aquellos años ese tipo de “discriminación” era común en otras categorías que afectaban a la mujer. Apoyada por su esposo y su hija adolescente Jane (Cailee Spaeny), Ruth pone toda su capacidad y empuje para derogar esa ley, lo que será el preámbulo para otras modificaciones.
Basada en un guion de Daniel Stiepleman, sobrino de Ruth Bader Ginsburg, la directora Mimi Leder entrega la historia de cómo la desigualdad fiscal que afectaba a un hombre sirvió para avanzar y lograr un trato igual ante la ley para hombres y mujeres. La producción echa mano de clichés machistas que subestiman a las mujeres y adolece de diálogos convincentes, sin embargo, queda dibujado el carácter y la fortaleza de la protagonista para intentar cambiar una legislación que en ese tiempo no era razonable y, por ende, era injusta. Esas causas enarboló la joven abogada en sus inicios como activista por la igualdad jurídica. Sin embargo, este interés por los derechos se ha visto empañado debido a que Ginsburg, ya como miembro de la Suprema Corte de Justicia en los EE UU, ha estado en contra del derecho fundamental de todo ser humano: el derecho a la vida, ya que su posición es a favor del aborto.
Debido a lenguaje vulgar, una escena de sensualidad conyugal no gráfica, uso de tabaco y bebidas alcohólicas en contexto social y abundantes diálogos legales comprensibles para adultos, está clasificada por la MPAA en PG-13